Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo después de Pentecostés, solemnidad de la Santísima Trinidad (ciclo A).
Domingo IX del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Ex34, 4-6.8-9; Sal: Dan 3; 2 Cor 13, 11-13; Jn 3, 16-18.
Hoy la Iglesia nos invita a contemplar el propio misterio de Dios.
Tal vez el intento de explicar el Misterio se nos quede pobre: Tres uno, uno tres…
Pero tal vez, caer en la cuenta de cómo es nuestro Dios nos lleve al Misterio: Dios siempre está por encima de cualquier definición, descripción o explicación que podamos definir. Es un tremendo Misterio y Misterio de amor, siempre por encima de nuestras expectativas. Podemos saber algo de Él (como dice la primera lectura, misericordioso; y la segunda, comunión), pero siempre por encima de nuestra capacidad de pensamiento.
Igual no podemos asumir este tremendo Misterio, pero si decir lo que desea: la salvación para todo ser humano, para el mundo entero.
Leamos estás lecturas, contemplemos a nuestro Dios, y estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco