Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana XI del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas: Ex 19, 2-6; Sal 99; Rom 5, 6-11; Mt 9, 36-10, 8.
Con cuidado al utilizar las palabras, podemos afirmar que Jesús se siente «propiedad de Dios»: el Padre es el dueño de su vida.
No como una cuestión codificada, por supuesto que el Señor no es una cosa ni un esclavo, sino desde el punto de vista de la pertenencia: Jesús siente que pertenece al Padre…y el Padre a Él.
La primera lectura nos lo deja intuir claramente: el pueblo es de Dios, y el «mejor fruto» de ese pueblo, y de todos los pueblos, es Jesús.
San Pablo mantiene ese sentimiento: somos propiedad de Dios en Jesús, que nos reconcilia con el Padre.
El Evangelio nos lo recuerda muy bien: Jesús siente el dolor de su pueblo, y envia a sus amigos, también a nosotros, a dar consuelo y paz. A sanar y a curar..
Podemos hoy leer estas lecturas reposadamente, y saborear el ser de Dios, el ser de Jesús. Pidamos que nos vaya cambiando según su corazón.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco