Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana XIII del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas: 2 Re 4, 8-11.14-16a; Sal 88; Rom 6, 3-4. 8-11; Mt 10, 37-42.
De entrada este Evangelio es durísimo o realmente fuerte, caso, diría, inhumano.
Ahora bien, ¿qué nos querrá decir el Señor? Porque realmente Él es lo más humano de lo humano.
La fe no es un sentimiento que vivo en un momento, o unos momentos, concreto: en la iglesia, en los grupos de reflexión, en diferentes encuentros…
Es una realidad que vivo en toda mi vida, empapa todo mi existir y lo influye: mis relaciones familiares, sociales, laborales…
No es que quiera más o menos a mi familia que a Dios, sino que el encuentro con Él tiñe todo lo que yo vivo. Mi vida no es un conjunto de compartimentos estancos o independientes entre sí, sino un todo traspasado por Dios. De forma que todo lo que haga por los demás, como la sunamita en la primera lectura, o dar un vaso de agua a alguien, como dice el Evangelio, está inspirado por Dios, y me abre a la vida que brota de Él.
Podemos leer este Evangelio, contemplar al Maestro, y pedirle «Señor invade todo mi ser, que vaya siendo como tú».
José Luis, vuestro Párroco