Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana XIX del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas: 1 Re 19, 9a.11-13a; Sal 84; Rom 9, 1-5; Mt 14, 22-33.
Lecturas preciosas, muy apropiadas para este tiempo de descanso, para leer, releer, y tenerlas en el corazón.
Podemos ir perfilando como es el Dios que se nos revela en estos textos, y saborear como es nuestro Dios.
El profeta Elías nos presenta a un Dios suave como la brisa, alejado de lo violento o llamativo como el fuego, huracán o terremoto…
Un Dios que casi sin hacerse notar, lo impregna todo. Sentir esa presencia de Dios en nuestro caminar cotidiano. Hasta en nuestra respiración Dios está.
San Pablo lo refleja muy bien en su preocupación por su gente, más por aquellos que no reconocen a Jesús Mesías.
Y todo el texto evangélico presenta una visión contemplativa de Jesús, visión que nos llama a vivir en la confianza en Dios.
El Señor es modelo de un hombre orante que sube al encuentro con el Padre, que se nos acerca en medio de nuestras oscuridades y tormentas, y que nos dice «no temais». Nos invita a vivir la tormenta, nuestras tormentas, unidos a El. Con confianza. Tal vez no nos quita nuestras olas y oscuridades, pero nos dice «confía en mí».
Hoy podemos pedir a Dios fe para avanzar en nuestra vida, para saber qué Él nos acompaña, para ponernos en sus manos. Seguramente nuestras dificultades están aquí, con y en nosotros, pero podemos vivirlas unidos con Él. Cómo Elías y como los discípulos, sintamos que Dios está a nuestro lado. Y como Pablo, pidamos tener entrañas de misericordia.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco