Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana XXVI del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas: Mt 21, 28-32.
Me gustaría quedarme en un pequeño detalle de este Evangelio: un padre que llama hijo a su chico.
Los que tenéis la experiencia preciosa de ser papás o mamás sabéis muy bien que significa llamar hijo a vuestro hijo: es una palabra llena de sentido, cargada de sentimientos de cariño, de amor.
Jesús con esta parábola nos revela algo muy propio de Dios: antes de nuestra respuesta, o de su llamada, o diríamos vocación, el Padre ya nos siente como hijos suyos, ya nos quiere.
Jesús sería el Hijo que dice que si, y que va.
Nuestra vocación como cristianos, o como creyentes, es antes que nada una llamada a sentir ese amor incondicional del Padre. Tal vez podamos o no responder generosamente a su llamada, pero ya antes hay una realidad amorosa del Padre a cada uno de nosotros.
Vivir hoy este Evangelio es caer en la cuenta de ese gran amor que nos tiene el Padre : un amor abundante, que se nos derrama en nosotros de forma copiosa, que nos llena a borbotones.
Estemos con Jesús, y con Él sintamos ese gran amor que nos derrama el Padre.
José Luis, vuestro Párroco