Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes semana XXXIII del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas: Lc 19, 45-48.
Me gustaria detenerme en detalles «secundarios» de este episodio.
Todos los días, se nos cuenta, enseñaba en el templo. Jesús a pesar de las amenazas que se tienden sobre Él, tiene una profunda libertad, y no deja de ser fiel a su misión: en mitad de un entorno hostil, sigue estando presente y enseñando. Inmerso en la realidad, entre la gente, «encarnado». Dios se encuentra donde se encuentran las personas. Así lo muestra el Maestro.
La gente estaba pendiente de lo que salía de sus labios…¿porqué? ¿qué tenía aquel rabino que hacía que todos estuvieran pendientes de Él?, ¿qué descubrimos en este Jesús que sigue haciendo que dos mil años más tarde estemos atentos a Él?
Hoy podemos contemplar así al Señor: inmerso entre nosotros, mirándonos, enseñándonos, amándonos. Pidamos a Dios admiración y capacidad para estar pendientes de Él.
José Luis, vuestro Párroco