Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Lunes III del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mc 3, 22-30.
A Jesús le van a acusar de todo, hasta de endemoniado.
Por ello habla de ese «temible» pecado: no dejar que Dios actúe dentro de uno mismo, no dejar que Él intervenga en mi persona.
Dios nos ha hecho libres, y hasta «pide permiso» para actuar en nosotros. No dejarle intervenir es ese pecado. Por ello «no se puede perdonar». Pero en cuanto le dejamos actuar, «se rompe»
Jesús sí deja actuar al Padre en Él, se deja moldear por el Espíritu. ¿A qué nos llama? A lo mismo: a dejar actuar a Dios en nuestra persona, en nuestro ser.
Hoy podemos contemplar así al Señor: el hombre lleno de Dios y de su Espíritu que nos llama a vivir como Él: dejar a Dios entrar en nuestro ser.
Un fuerte abrazo
José Luis, vuestro Párroco