Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves III del Tiempo Ordinario.
Día 25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo
Lecturas: Mc 16, 15-18.
La gran pasión de Jesús, algo que Él ama internamente, y hace de ella el centro de su vida, es el anuncio del Reino de Dios.
Proponer el proyecto de Dios para el mundo es el centro de la vida de Jesús.
Los grandes signos del Reino de Dios, los símbolos que reflejan como es ese Reino, lo indica el Señor sus palabras: salvación, expulsar demonios, entenderse con todo el mundo (hablar lenguas nuevas), sanar enfermos, superar las serpientes y venenos, sanar enfermos… son signos que nos hablan de cómo es ese proyecto: la salvación para el mundo entero, para toda la creación. Dios desea la salvación para todo el universo.
Pablo después de su conversión se va a entregar a ese anuncio, como Jesús.
Hoy podemos contemplar así a Jesús: entregado a anunciar la vida que proviene del Reino. Una vida para toda la humanidad. Jesús, el Señor de la vida.
José Luis, vuestro Párroco