Quinto Domingo de Cuaresma

V Domingo de Cuaresma (17 de marzo)

Ez 37, Jer 31, 31-34. Haré una alianza nueva y no recordaré los pecados.
Sal 50. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.
Heb 5, 7-9. Aprendió a obedecer; y se convirtió en autor de salvación eterna.
Jn 12, 20-33. Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto.

Una alianza nueva, con una ley escrita no en piedra, sino en nuestros corazones. Y solo podemos comprender esta alianza contemplando con un corazón puro el mismo amor que movió a Jesús a entregarse a la muerte. Jesús es dueño de su propio destino, en comunión de vida con Dios Padre. A Jesús no le quitan la vida, sino que la entrega para nuestra salvación. Su vida es como el grano de trigo que muere para dar fruto. Esta entrega viene confirmada por el Padre, el cual, en unidad con su Hijo Jesús, manifiesta a través de la voz que Jesús será glorificado, es decir, resucitará y manifestará la gloria de Dios. Y su gloria será nuestra vida eterna.


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