Techo, tierra, trabajo. En estas palabras están recogidos los elementos básicos para desarrollar la dignidad humana.
Uno de ellos, el trabajo, presenta en nuestro contexto dificultades graves por la situación económica que atraviesan muchas personas.
El papa Francisco nos recuerda que para que la persona pueda desarrollarse en su integridad debe tener un trabajo, con un salario digno, que le permita vivir en sociedad y crear una familia cuidando y atendiendo sus necesidades.
El trabajo es una necesidad vital, no solo para vivir con dignidad, sino para desarrollar la propia humanidad en su plenitud.
Por ello la Iglesia ofrece, a través de innumerables entidades vinculadas a su labor, programas de inclusión laboral que permitan la capacitación de personas en situación vulnerable.
Educar, formar, y acompañar son los pasos a seguir. Ya en ese proceso formativo, muchas personas recuperan la dignidad, la capacidad de relacionarse, y de plantearse objetivos vitales grandes.
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