Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo de la VIII semana del Tiempo Ordinario (Ciclo B).
Domingo de la Santísima Trinidad.
Lecturas: Mt 28, 16-20.
Una realidad bastante complicada para racionalizar: ¿Uno o tres?¿Y dónde está uno de ellos, están también los otros dos? Qué lío…
Creo que este domingo nos invita a contemplar el Misterio de Dios. Dios es tan especial, grande e inmenso que no cabe en cabeza humana.
Por ello, creo, que lo mejor es intuir la Presencia del Misterio, saborearlo, adorar y confiar. El Todo está aquí. Y el Todo está en mi…
Me gustaría recordar unas palabras de este Evangelio: «…algunos vacilaban…»
El Señor de la vida y del amor, la fuente de todo lo creado, el torrente inmenso y eterno, confía en mi. A pesar de mis vacilaciones, mis titubeos, mis limitaciones, el Señor Dios cuenta conmigo,y confía en mi. Igual que confió en aquel pequeño grupo apostólico.
Hoy podemos sentir a ese Dios que me ama de forma incondicional…
José Luis, vuestro Párroco