Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves de la XVII semana del Tiempo Ordinario (Ciclo B).
Lecturas: Mt 13, 47-53.
Ambas parábolas son una invitación al discernimiento. Jesús hoy se nos revela como un hombre que sabe discernir. Ambas muestran una vivencia interna del Señor.
La primera ante las dificultades de la vida: Jesús también tendrá sus dificultades y problemas. E incluso parecerá que el mal va a vencer. Pero en el ser de Jesús, unida al discernimiento está la esperanza.
Y la segunda muestra el discernimiento unido a la acogida de la novedad: Jesús es la última palabra de la revelación del Padre. Hasta ahora, Dios se ha revelado, pero queda la gran novedad que es Jesús: Él es el rostro pleno del Padre, cuya esencia es el amor y la misericordia infinita. Jesús es continuidad de lo antiguo, pero también una total novedad del Padre: un Dios que tanto quiere a la humanidad, que se hace uno exactamente igual a nosotros. Esta es la gran novedad: Jesús, el Señor.
Hoy podemos leer este pasaje evangélico, y pedirle la gracia del discernimiento, descubriendo el gran mensaje que encierra la persona de Jesús.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco