Resaltamos este texto de la Encíclica «Redemptoris Mater» del Papa san Juan Pablo II:
(el texto completo se encuentra en: vatican.va /redemptoris-mater)
Con el misterio de la Asunción a los cielos, se han realizado definitivamente en María todos los efectos de la única mediación de Cristo Redentor del mundo y Señor resucitado: « Todos vivirán en Cristo. Pero cada cual en su rango: Cristo como primicias; luego, los de Cristo en su Venida » (1 Co 15, 22-23). En el misterio de la Asunción se expresa la fe de la Iglesia, según la cual María « está también íntimamente unida » a Cristo porque, aunque como madre-virgen estaba singularmente unida a él en su primera venida, por su cooperación constante con él lo estará también a la espera de la segunda; « redimida de modo eminente, en previsión de los méritos de su Hijo »,109 ella tiene también aquella función, propia de la madre, de mediadora de clemencia en la venida definitiva, cuando todos los de Cristo revivirán, y « el último enemigo en ser destruido será la Muerte » (1 Co 15, 26).110
A esta exaltación de la « Hija excelsa de Sión »,111 mediante la asunción a los cielos, está unido el misterio de su gloria eterna. En efecto, la Madre de Cristo es glorificada como « Reina universal ».112 La que en la anunciación se definió como « esclava del Señor » fue durante toda su vida terrena fiel a lo que este nombre expresa, confirmando así que era una verdadera « discípula » de Cristo, el cual subrayaba intensamente el carácter de servicio de su propia misión: el Hijo del hombre « no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos » (Mt 20, 28). Por esto María ha sido la primera entre aquellos que, « sirviendo a Cristo también en los demás, conducen en humildad y paciencia a sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar »,113 Y ha conseguido plenamente aquel « estado de libertad real », propio de los discípulos de Cristo: ¡servir quiere decir reinar!