Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo de la XXVI semana del Tiempo Ordinario (Ciclo B).
Lecturas: Mc 9, 38-43. 45. 47-48.
Leyendo despacio este pasaje evangélico podemos ir descubriendo como hoy se manifiesta Jesús.
En primer lugar, la apertura hacia toda la humanidad: cualquier persona que haga el bien, hasta lo más insignificante, como dar un vaso de agua, realmente está inspirado por Dios (aunque no lo reconozca, o hasta lo niegue). Jesús, Dios mismo, se niega a ser solo de «unos cuantos».
En segundo lugar, Jesús nos invita a vivir la búsqueda de Dios radicalmente, como hizo Él. No se trata de amputar o cortar, Dios no quiere personas mutiladas, sino de desear del todo, totalmente, vivir el encuentro con Dios.
Estas palabras tan «peculiares», ¿qué significan? . Podríamos decir que la determinación real de Jesús de buscar el encuentro con el Padre radicalmente, enraizado en Él, dejando atrás todo aquello que lo impida. ¿A qué nos invita? A desear vivir como Él. Desear, ponerse en camino.
Leamos este Evangelio, y estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco