Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Sábado de la XXX semana del Tiempo Ordinario (Ciclo B)
Día 2 de noviembre, conmemoración de todos los fieles difuntos.
Lecturas: Jn 17, 24-26.
«En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo:
«Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
Hoy se puede escoger entre tres textos evangélicos, por ello lo he puesto en el comentario.
Popularmente se tiene a noviembre como el «mes de los muertos». Me acuerdo de un comentario que hace tiempo leí: «Noviembre, la muerte vestida de flores»
Son embargo, creo que esta conmemoración nos puede volver a revelar la vocación de nuestra fé a la vida: somos convocados a la plenitud. El día 1 hemos recordado a los santos, y nuestra llamada a la santidad. Hoy, día 2, recordamos el proyecto de nuestro Dios: vida plena.
Al leer este texto evangélico vemos claramente el deseo de Jesús de que estemos con Él. Un deseo que brota en el Padre, con el que está íntimamente unido, en comunión.
Jesús recuerda que «conoce» al Padre, que tiene una especial conexión con Él (conocer en la Biblia significa una vinculación afectiva intensa), y nos invita a participar en esa vinculación afectuosa.
Hoy, día de los difuntos, esta Palabra nos revela que el Señor nos convoca a la vida, a estar unidos con Él, en su vida, y a vivir y participar de ese gran amor existente entre Él y el Padre.
Día de los difuntos, día de la vida en Jesús.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco