Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo II de Pascua.
Lecturas: Jn 20, 19-31.
Un texto muy entrañable y revelador.
El Señor Jesús se hace presente en la comunidad, en el grupo apostólico y discipular. Se hace presente y nos revela como es: no hay riñas ni llamadas de atención, ni castigo, a pesar de lo mal que se han portado los discípulos con Él. Le dejan solo, le niegan, le traicionan, no le comprenden. Y sin embargo el Señor tan solo desea algo bueno para ellos: la paz. El Evangelista insiste dos veces en el día que es: el primero de la semana: en Cristo Resucitado el Padre Dios hace una nueva creación.
Hoy podemos orar con este Evangelio admirando al Señor: el Dios que a pesar de nuestra miseria o cobardía, o pobreza, nos desea algo increíble: la paz.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco