Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes de la semana VII de Pascua.
Lecturas: Jn 17, 1-11.
Estamos ante un texto lleno de sentimientos intensísimos por parte de Jesús. Sentimientos que desbordan.
Jesús comienza dirigiéndose al Padre: ya ha llegado la hora. Una intensa unión o comunión con el Padre.
Reconoce qué es la vida: una relación intensa con el Padre. Una relación de amor: es «conocer» al Padre. Conocer en sentido bíblico. Conocer al Padre unido al Hijo.
Después reconoce que las personas, concretadas en aquellos que en ese momento están con Él, son un don de Dios, y las confía a sus manos, orando intensamente por ellas: sus discipulos, nosotros hoy.
Hoy podemos leer despacio este texto, saborear todo ello, y admirar a Jesús: el Hijo unido al Padre intensamente que ora por nosotros porque también nos ama así, entrañable e intensamente.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco