Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes de la semana XVI del Tiempo Ordinario (Ciclo C).
Día 25 de julio, Santiago Apóstol.
Lecturas: Mt 20, 20-28.
Me parece alucinante como se nos revela hoy el Señor Jesús en esta fiesta de uno de los Apóstoles. Curiosamente, uno de los más conocidos en la devoción popular, pero realmente con muy poca relevancia en la Iglesia naciente. Fue el primer Apóstol que muere por ser discípulo de Jesús.
El Evangelio de hoy nos presenta a una buena mujer, Salomé, madre de Santiago y Juan, pidiendo algo al Maestro. Esa petición demuestra que a pesar de vivir junto a Él, los Apóstoles no le entienden (dos mil años más tarde, ¿le entendemos los discípulos actuales?)
Jesús aprovecha esa metedura de pata para revelar su realidad interna de servicio y entrega: no ha venido a qué le sirvan, sino a servir y a entregar su vida. El es el Rey, el Señor del Universo. Pero lejos de vivir desde el poder y la opresión, el mandar, vive el amor que le lleva a la total y plena entrega.
Me toca el corazón cuando dice «los jefes tiranizan y los grandes oprimen…» Hoy muy muy propio. Estamos viendo un tremendo genocidio por parte de «un poderoso»: ¿cuantos inocentes muertos…? Es espantoso. Me acuerdo de esas palabras bíblicas:»la sangre de Abel clama al cielo…» ¿En manos de quienes estamos? En fin, pongo todo esto en las manos de Dios.
Hoy fijémonos en Jesús, siervo, y pidámosle ser como los Apóstoles: a pesar de no entender, ir poco a poco metiéndonos en la vida de la fe.
Un fuerte abrazo.
José Luis, vuestro Párroco