Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes de la semana XXX del Tiempo Ordinario (Ciclo C).
Lecturas: Lc 14, 1-6.
Realmente este texto es asombroso. Estamos muy acostumbrados a los relatos evangélicos, tanto que nos cuesta asombrarnos. Ahora bien, admirando y leyendo despacio este relato podemos encontrar como el Señor Dios se nos revela.
Hoy podemos encontrar a Jesús como el hombre compasivo que se deja tocar por la desgracia de los demás, se compadece del hombro con el brazo atrofiado.
También encontramos al Señor muy libre: entra en casa de un fariseo, y en sábado es capaz de convocar al bien, aunque legalmente no se pueda. El amor no entiende de leyes que someten al ser humano, en lugar de estar a su servicio.
Y, por último, cuando Jesús realiza una acción es para sanar y curar, nunca para oprimir.
Hoy podemos leer este texto evangélico, y admirar al Maestro, desear aprender de Él.
José Luis, vuestro Párroco
