Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves de la semana XXXIV del Tiempo Ordinario (Ciclo C).
Lecturas: Lc 21, 20-28.
Podemos distinguir como dos partes en este texto evangélico.
El Señor habla del desastre del fin de Jerusalén y de los tiempos: desastres, guerras, cautividad, hasta las potencias de los cielos, los astros o los dioses paganos, se verán tambaleadas, con una gran angustia en las personas y estruendos espantosos… ¿Un mundo que se cae?
Seguidamente, habla de la liberación: Dios viene a salvar y a liberar.
Creo que este texto vuelve a reflejar una gran vivencia de Jesús: el Señor siente que todo su mundo se tambalea. Sus amigos le abandonan, le dejan solo, los enemigos acechan, le amenazan, le maldicen. Sin embargo siente que el Padre viene y le salva. En mitad de un mundo en crisis, Dios está presente.
Hoy podemos contemplar así al Maestro: el hombre que en mitad de la oscuridad sabe que Dios viene, y viene a salvar.
José Luis, vuestro Párroco
