Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes de la semana II del Tiempo de Adviento. Ciclo A.
Lecturas: Mt 18, 12-14.
Hoy se nos revela en este Evangelio la actitud más honda y profunda del Señor: nunca deja de buscarnos.
Él viene lleno de ternura: ¡hace lo que sea para salvarnos! No viene a condenar sino a salvar; nos busca a cada uno, nos ama personalmente, no ama la masa indeterminada, sino que nos ama por el nombre, nos ama como somos.
La oveja perdida no se perdió porque no tuviera la brújula en la mano. Conocía bien el camino. Se perdió porque tenía el corazón enfermo, cegado por una división interior, y huye para alejarse del Señor, para saciar ese vacío interior que la llevaba tal vez a una doble vida: estar en la grey y escapar en la oscuridad. El Señor sabe esas cosas y va a buscarla. Él la comprende y ama perfectamente.
Hoy podemos contemplar así a Jesús: el pastor que porque nos ama nos comprende, y sale a nuestro encuentro.
Sin riñas, sin violencia, sin acritud: nos ama.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco
