Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo semana XVI del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Gen 18, 1-10; Sal 14; Col 1, 24-28; Lc 10, 38-42.
Una respuesta desconcertante de Jesús: antes que la eficacia está la escucha y el amor. Si la eficacia es real y donante de vida, ha de estar movida por la escucha.
Hoy Jesús se nos presenta como el hombre cercano, tanto que «se mete» en la casa, se introduce en la vida de estas mujeres, que junto con Lázaro, el hermano, son los amigos de Jesús.
Introducido en la vida de ellas, con una total confianza, Jesús vive el amor y la amistad. Se deja cuidar, y deja que se le escuche. Sabe bien que tiene palabras de vida. Por ello, no le importa que «tan solo» se le escuche. Sabe que su palabra va más allá.
Hoy podemos leer estas lecturas de forma contemplativa, visualizar los dos encuentros, Jesús con las hermanas, y Abraham con los tres Ángeles, y «escuchar» las palabras de Jesús.
Podemos volver a descubrir el misterio de Jesús, como dice San Pablo en su carta, y sentir que Él es el centro de la vida. El desea ser escuchado porque nos desea la vida lo más plena posible. Descubrir esa plenitud del Señor, nos puede enviar a dar plenitud y amor a tantas personas como nos rodean.
Podemos hacer nuestras las palabras de Abraham, «no pases de largo de mi, Señor», y sintiéndonos acogidos y amados, podemos vivir la palabra y presencia de Dios, sentir que Él se queda en nosotros. Estemos, pues, en El.
José Luis, vuestro Párroco