Lógicamente la fuente de información básica sobre el Arcángel Miguel ha de buscarse en la revelación bíblica, Mi-ka-‘el, literalmente significa „¿quién como Dios?», y está en consonancia con su misión e intervenciones.
La liturgia, que le da culto desde el siglo V, asume el papel protector del arcángel Miguel, tanto en la celebración de la palabra en la misa (primera lectura), como en la liturgia de las horas, en antífonas y oficio de Lectura. En la lectura patrística, fragmento de una «homilía de San Gregorio Magno, papa, sobre los Evangelios», podemos leer: «… Cuando se trata de alguna misión que requiera un poder especial, es enviado Miguel, dando a entender por su actuación y por su nombre que nadie puede hacer lo que sólo Dios puede hacer. De ahí que aquel antiguo enemigo, que por su soberbia pretendió igualarse a Dios…, nos es mostrado luchando contra el arcángel Miguel, cuando, al fin del mundo, será desposeído de su poder y destinado al extremo suplicio, como nos lo presenta Juan: Se trabó una batalla con el arcángel Miguel.
Miguel es jefe de la milicia celestial; la Contrarreforma lo convierte en defensor de la Iglesia ante la reforma protestante.
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