En esta tercera semana de Adviento, es imposible preparar la Navidad prescindiendo de la contemplación del indecible gozo esperanzado de la Virgen María ante la proximidad del parto.
Fue en España, concretamente en Toledo, en el décimo concilio que se celebró en el año 656, siendo San Eugenio III el obispo de aquella sede y que posteriormente un muy devoto de la Virgen María —San Ildefonso- se tomó bastante en serio propagar.
El X Concilio de Toledo se abrió el 1 de diciembre de 656, octavo año de Recesvinto, rey, con la asistencia de 20 obispos, entre ellos los metropolitanos, el de Toledo, Eugenio II, el de Braga, Fructuoso y el de Sevilla, Fuctuoso, no asistieron obispos de la Narbonense y Tarraconense.
Entre los diversos temas tratados, se dictaminó un decreto por el que se establecía que para dar mayor solemnidad a la fiesta mariana de la Maternidad Divina, debería celebrarse el día octavo antes de la Navidad del Señor y se celebraría ese día en honor de su Santísima Madre con el título de Esperanza, pues presenta a María en estado avanzado del embarazo obrado por el Espíritu Santo, y porque el Adviento es tiempo de “esperanza” en el Mesías que ha de venir a salvar a la humanidad.
Tuvo varios nombres: Expectación del parto de Nuestra Señora, Nuestra Señora Virgen de la Esperanza y Virgen de la 0, haciendo alusión a las Antífonas Mayores de Vísperas que empiezan con esa exclamación. Maria viene a preparar el camino para la llegada de su Hijo al mundo, al que viene a salvar.
El Oficio de la misa le compuso “la elegante pluma de San Ildefonso, Arzobispo de Toledo, defendiendo su Virginidad en gracia, contra el Hereje Helbidio, y confirmó esta Festividad la misma Virgen María, cuando descendiendo de la Gloria, le vistió aquella hermosa Casulla; y en honor de su pureza, instituyó San Ildefonso la Fiesta de la Expectación de esta Señora”. Efectivamente, en el Acta Sanctorum de San Ildefonso se relata que la imposición de la casulla a San Ildefonso de manos de la Virgen, acaeció una víspera de la fiesta de la Expectación, cuando el arzobispo acudía a celebrarla acompañado de Recesvinto.