Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves XXV del Tiempo Ordinario. Lucas 9, 7-9
Este Evangelio nos sitúa ante dos realidades de nuestra fe: «oyó hablar de Él» y «¿quién es este?».
Nuestro mundo está lleno de señales que nos hablan de Dios. Efectivamente, está lleno de realidades de muerte (y más ahora), pero también de vida: el amor y la amistad, la solidaridad, la preocupación por el otro, la acogida, la compasión y el perdón, la comprensión, el compartir; descubrir la belleza de un amanecer o un atardecer, la naturaleza, el mar… Tantas cosas que nos hacen preguntarnos: ¿por qué?, ¿quién hay debajo, o encima, o dentro de todo esto?
Así, de la primera pregunta, surge la segunda. Igual que le surgió al virrey Herodes (el hijo de Herodes el Grande, el asesino de los niños en Belén, y de muchos más)
«Quería conocerlo». Tenemos una llamada una vocación de plenitud, de eternidad, de desear conocer al Señor, a Aquel que lo llena todo y lo trasciende todo. Y sólo desde el silencio y estar ante Él, lo podremos conocer, palpar, sentir. Conozcámoslo, dediquemos un tiempo a estar con Él. Todos los días.
José Luis, vuestro Párroco