Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo de la semana III de Cuaresma. Ciclo A
Lecturas: Ex 17, 3-7; Sal 94; Rom 5, 1-2.5-8; Jn 4, 5-42.
Me gusta la petición que surge de la primera lectura: «danos de beber».
Creo que las personas continuamente buscamos un sentido a nuestra vida. Un sentido que sacie nuestra búsqueda, y que aunque no lo poseamos en plenitud, nos sitúe en un camino por donde avanzar.
Creo también que el sentido es Dios: tal vez no comprendamos muchas cosas, e incluso no comprendamos porqué estamos aquí. Pero también creo que la apertura a la trascendencia es lo único que nos puede dar paz a nuestra inquietud por buscar.
Hoy Jesús se nos revela cómo el gran sentido de nuestra vida, el agua que nos puede vivificar y fertilizar, que nos puede llenar de paz.
Igual que la samaritana, o los habitantes de aquel pueblo, hoy podemos pedirle capacidad para acogerle, y llenar nuestra inquietud.
Podemos leer este Evangelio, ponernos en el lugar de esa mujer, y pedirle «Señor, dame de tu agua, dame de ti».
José Luis, vuestro Párroco