Para leer el Evangelio: domingo 4 octubre 2020

Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.

Domingo XXVII del Tiempo Ordinario.
Isaías 5, 1-7; salmo 79; Filipenses 4, 6-9 y Mateo 21, 33-43

Me gustaría recordar una frase de la lectura del profeta: «los hombres de Judá son su plantel preferido» . Judá es una tribu de Israel, el pueblo de Dios. Podemos considerar al pueblo de diosa toda la humanidad. Es toda ella el plantel preferido de nuestro Dios
Creo que hoy la Palabra nos presenta la obra de Dios: Él prepara la finca, la hace habitable y productiva, y nos la confía para que dé buenos frutos. La obra de Dios va por ahí: prepara la vida y nos pide que colaboremos con Él para dar frutos, para hacer más y mejor habitable este planeta que es nuestra casa común.
No nos podemos quedar en la intención inmediata de la parábola evangélica, o del canto de la viña de Isaías: en aquellos momentos, tanto Jesús como el profeta llaman a la conversión a los dirigentes del pueblo, los sumos sacerdotes y los ancianos o senadores (los poderes religioso y civil). Aunque nunca está de más que sintamos esa llamada también a nosotros mismos.
Hoy se nos pide contemplar la obra del Señor, nuestra vocación, nuestra llamada a la vida, vivir unidos con el dueño de la viña, y pedir dar respuestas y palabras de vida como hace Él.
Vivir unidos con Él para dar esos frutos que dan vida, igual que hace Él mismo.
Como diría San Pablo, vivir con una actitud de profunda acción de gracias, confiados en las manos de nuestro Dios, para que su paz llene nuestro corazón, y demos los frutos que Dios desea, los frutos de vida: la verdad, lo noble y limpio, lo puro y amable, lo laudable por ser bueno para todos.
Contemplemos al Dios de la vida que nos entrega su viña, y a su mismo Hijo, para dar buenos frutos, comenzando por la paz que puede sanar nuestra persona, nuestro ser.