Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Sábado Santo de la Sepultura del Señor.
Un día «especial».
El Señor «duerme». ¿Dios duerme? ¿Existe?
Los discípulos y las mujeres, los amigos de Jesús, viven hoy una gran oscuridad. Fracaso. Angustia. Dolor. Han enterrado al Maestro, a Aquel que podía dar un gran sentido a su vida. Al Único capaz de llenar todo. Además, se han portado muy mal: le dejaron solo en los momentos cruciales e importantes. Y decían que nunca le dejarían…
¿Quién de nosotros no se ha sentido, o se siente, alguna vez, o muchas veces, así?
María no entiende nada. Rota por el dolor y la angustia. Otra gran protagonista de este día.
Familias rotas, víctimas de la guerra, de la enfermedad, de la injusticia…Soledad. Hoy este Sábado está en plena vigencia. Y no solo un día…
Solo queda una tumba…
Hoy podemos tener un rato de oración en silencio, imaginando la tumba, recordando la pasión, recordando el entierro. Y pedir ser como Maria: A pesar del dolor intenso y la incomprensión, pedir confianza. El Padre Dios no va a callar.
Pidamos también por todos aquellos que hoy viven un «Sábado Santo».
José Luis, vuestro Párroco