Para leer el Evangelio: domingo 11 octubre 2020

Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.

Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario.
Isaías 5, 6-10a; salmo 22; Filipenses 4, 12-14.19-20 y Mateo 22, 1-14

Jesús y el profeta utilizan una figura muy especial: la comida, el banquete… el encuentro entre personas…
En tiempos de Isaías la vida era realmente «frágil» («este» Isaías parece que es del siglo VIII antes de Cristo…hace casi 2.800 años). Vivió las angustias de unos reyes de Judá realmente déspotas o tiranos, con el país amenazado por potencias extranjeras, que pedían subordinación o amenazaban con la guerra. Y, como siempre, los que pagarán más, hasta con su vida, serán los más indefensos y vulnerables, los que nada tienen (muy parecidos a nosotros, las gentes y personas de «a pie»)
De ahí que se pueda entender su palabra: convocaré a todos los pueblos a un banquete, a la vida, con blancos manteles y buenos vinos y comidas. El banquete símbolo de la vida, la alegría y la paz. A este banquete es al que nos llama el Señor. Nos llama a la vida.
Jesús sigue utilizando este símil: el banquete. Un banquete al que todos somos invitados.
Dios nos llama a la vida, ¿ qué respondemos?
Hoy se nos convoca a contemplar esta vocación, esta llamada: contemplar al Dios de la vida.
Y se nos llama también a pedir: danos capacidad para asistir y desear ir, estar contigo:
¿Qué mejor imagen que la de Jesús Pastor? Podemos contemplar el salmo, por supuesto. Igual que antes «aprendíamos» las oraciones, hoy y ahora podemos «recordar» este salmo, el salmo 22, y repetirlo en nuestro corazón.
«Danos, Señor, la capacidad para responder que si, sabiendo que nos llevas de la mano»

José Luis, vuestro Párroco