Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles de la XIV semana del Tiempo Ordinario (Ciclo B).
Lecturas: Mt 10, 1-7.
No podemos olvidar que los Evangelios son fundamentalmente una gran revelación de Jesús, aunque falta muchísimo para encontrar un pleno conocimiento de quien es Dios. Siempre habrá algo que nos quede por descubrir.
Hoy Jesús nos muestra como es su corazón. El Señor implica y envía a sus discípulos a realizar su propia labor: expulsar el mal, sanar, curar… Su tarea no es otra que liberar. Y envia a los suyos (“apóstol” significa enviado) a continuar con su misión. Conoce y sabe muy bien a sus discípulos, pero se sigue fiando de ellos.
Podemos hoy contemplar así al Señor: el Dios que desea lo mejor para cada ser humano, y que se fía de nosotros, a pesar de nuestras limitaciones, para continuar su obra en el mundo.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco