Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo de la XXVII semana del Tiempo Ordinario (Ciclo B).
Lecturas: Mc 10, 2-16.
Hoy el Evangelio presenta la vocación que tenemos a vivir en familia, a vivir el amor.
Ahora bien, me gustaría quedarme hoy en un pequeño detalle de este fragmento evangélico: aquello que critica Jesús, la dureza de corazón, o la terquedad.
Jesús hoy se manifiesta o se revela rechazando fundamentalmente la terquedad. Él ante la pregunta de esos fariseos, se manifiesta rechazando la dureza que hace «tratar mal» a la mujer. Por esto creo que hoy Jesús se da a conocer cómo el hombre de corazón abierto, no cerrado, acogedor, reconocedor de la dignidad del otro, o de la mujer, que busca siempre hacer el bien.
Hoy ante esa lectura podemos contemplar así al Señor: el Dios hombre de corazón abierto ante el Padre, abierto ante los demás.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco