Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo de la XXX semana del Tiempo Ordinario (Ciclo B).
Lecturas: Mc 10, 46-52.
Me parece sorprendente este Evangelio. Y muy de cada día, de cada creyente.
Habitualmente todos y cada uno tenemos «nuestras cegueras», y «nuestras marginalidades»: ¿quién no ha sentido su incapacidad para percibir y vivir la vida que nos rodea en su totalidad? Sabemos muy bien «que no llegamos», que tenemos nuestras limitaciones.
También, creo yo, es muy propio del ser humano sentirse en algún momento al menos «marginado», al margen o borde del camino, porque no hemos sabido en alguna ocasión, o en muchas, como desenvolvernos.
Bartimeo es imagen de cada persona. Grita y grita a Dios…y parece que todo está de acuerdo para no ser escuchado: le regañan, le dicen que se calle, que no moleste… ¿No nos ha pasado, y nos pasa, en más de una ocasión que nos parece que Dios no nos escucha?
Sin embargo, hoy Jesús se revela como el Dios que nos escucha, que se acerca, que nos pregunta.
Hoy podemos leer este Evangelio, y contemplar así al Señor: se nos acerca, nos pregunta, nos escucha… escucha lo mas hondo de nuestro interior.
Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco