Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes XXIX del Tiempo Ordinario. Lucas 12, 35-38
Tener ojos para ver.
Clásicamente este Evangelio se suele entender cómo «estar en gracia de Dios». Por si me muero, que vaya al cielo.
Fuera de interpretaciones más o menos superficiales, creo que hoy Señor nos invita a pedir capacidad para descubrirle en nuestra vida. O «estar en vela».
Es decir, creemos que nuestro Dios nos ha llamado a la vida (nadie ha hecho oposiciones para vivir), nos acompaña, está junto y en nosotros, nos inspira con su Espíritu para actuar, e incluso para descubrirlo en los demás. Pero a veces, inmersos en nuestras cosas (más o menos importantes), o en nuestro ego, no somos capaces de verle ni de descubrirle.
Hoy «estar en vela» es desear tener una actitud de gratitud hacia Él por la vida que nos concede, de sentir su Presencia, y de ofrecimiento de nuestro ser. Estar presentes en la Presencia amorosa de la fuente y origen de la vida. Simplemente, estar.
José Luis, vuestro Párroco