Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo XXX del Tiempo Ordinario.
Éxodo 22, 20-26; salmo 17; 1 Tesalonicenses 1, 5c-10 y Mateo 22, 34-40
Sacar un rato de nuestro ajetreado día y dedicarlo al silencio, no es fácil. Cuando he vivido con familia, yo mismo lo he percibido. Pero creo que hoy para vivir este Evangelio y esta Palabra, es fundamental.
Hoy se nos llama a leer despacio, sin prisa, y descubrir cómo el Señor pone a la misma altura el amor a Dios y al prójimo, al hermano, al que está próximo. Tener como estilo de vida el amor.
Hace unos años, en un grupo de matrimonios jóvenes (o al menos no mayores), decía una de ellas: «Dios es Amar».
Me sorprendió. El choque con el clásico (y auténtico, por supuesto) Dios es Amor, me sorprendió. Efectivamente, en cada vivencia de amor, Dios está presente. En la medida en que hacenos de nuestra vida un camino de amor, estamos dejando que Dios nos llene realmente.
Hoy Dios nos convoca a saborear estas lecturas, a caer en la cuenta del ser compasivo de nuestro Dios, a contemplar la comunidad de Tesalónica que deja que la Palabra la inunde, y a contemplar la Palabra de Jesús que muestra que el Amor es el auténtico ser de Dios. Dejémonos llenar por Él.
José Luis, vuestro Párroco