Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo XXIII del Tiempo Ordinario (Ciclo C).
Lecturas: Lc 14, 25-33.
Podemos encontrar como dos grandes mensajes en este texto, qué tal vez no tengan nada que ver entre si.
Por un lado, una exigencia del seguimiento de Jesús: todo está empapado en el discípulo en la fe en Jesús: no es que sea contradictorio cuidar de la familia con el seguimiento, sino que como condición fundamental, el Señor plantea que todo el ser del discípulo esté inmerso en la fe.
Por otro lado, la capacidad de discernimiento: al cambiar nos planteamos y caemos en la cuenta de cuales son nuestras fuerzas y hasta donde podemos llegar.
Hoy en este texto podemos descubrir quién y como es Jesús: el hombre cuya existencia está del todo inmersa en la fe, y que pasó a paso discierne hasta donde puede llegar. Tal vez hoy podamos plantearnos ir creciendo en esta radicalidad evangélica: ir siendo como el Maestro.
José Luis, vuestro Párroco