Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario (Ciclo C).
Lecturas: Lc 17, 11-19.
Hoy vemos un milagro sorprendente del Señor: una curación del cuerpo, pero también de alguno, de uno de los diez leprosos, del alma, de lo mas íntimo del ser humano. Ante todo, nos permite pensar en dos grados de curación: uno, más superficial, concierne al cuerpo; el otro, más profundo, afecta a lo más íntimo de la persona, a lo que la Biblia llama el «corazón», y desde allí se irradia a toda la existencia. La curación completa y radical es la «salvación». Incluso el lenguaje común, distinguiendo entre «salud» y «salvación», nos ayuda a comprender que la salvación es mucho más que la salud; en efecto, es una vida nueva, plena, definitiva.
Hoy podemos descubrir el deseo de Jesus de salvación: abre la súplica de curación de estos diez enfermos, se compadece, y cede. Ahora bien, ante la acción de gracias de uno de ellos, se sorprende: solo uno de ellos descubre la acción de Dios en él. Y esto es lo que hoy podemos contemplar en el Señor: su deseo de salvación a las personas, su compasión, su reconocimiento cuando alguien es capaz de dar gracias a Dios.
Estemos con Jesús.
José Luis, vuestro Párroco
