Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo XXX del Tiempo Ordinario (Ciclo C).
Lecturas: Lc 18, 9-14.
Estamos ante una parábola curiosa: es fácil identificarse con el publicano, cayendo un poco mas tarde en las actitudes del fariseo al sentirnos «buenos».
El Señor Dios se nos rebela pendiente de nuestro corazón: acepta un corazón contrito, humilde, acogedor, confiado, sin pretensiones. Un corazón que acepta tranquilo su amor y que por sentirse pobre seguramente sabrá aceptar a otras gentes o personas que se pueden sentir como él.
Hoy podemos contemplar así a Jesús: el Dios que acepta nuestro corazón cuando se acerca a Él confiado, tal y como es.
José Luis, vuestro Párroco
