Tiempo Litúrgico ¿qué es el ciclo A? Evangelio de Mateo.

La Sagrada Escritura ha sido dividida, desde el Concilio Vaticano II, en tres ciclos completos de lecturas (A, B y C), de tal manera que quien asistiera a Misa todos los días, durante tres años seguidos, conseguiría escuchar casi toda la Palabra de Dios, pues cada ciclo tiene su propia secuencia de lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento.

El Año litúrgico comienza con el Adviento y cada año cambia de ciclo. El Año litúrgico comienza el domingo I de Adviento y termina con la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Domingo tras domingo, semana tras semana, día tras día y hora tras hora, Cristo actualiza su obra salvadora en el tiempo, entregándose a su Iglesia para santificarla (Cf. Ef.5, 26-27).

Con este fin, el rito romano organiza las lecturas bíblicas de la celebración eucarística que se completarán cada tres años:
En el año «A», la lectura principal (Evangelio) sigue el Evangelio de San Mateo;
En el año «B», el Evangelio de San Marcos;
En el año «C», el Evangelio de San Lucas.

¿Y el Evangelio de San Juan? Está reservado para ocasiones especiales, especialmente fiestas grandes y solemnidades, con énfasis en la Semana Santa.

Este año, el 30 de noviembre de 2025 iniciamos el ciclo «A», evangelio de san Mateo.

En los domingos de este año A escuchamos los pasajes más significativos del evangelio de San Mateo, salvo en algunos domingos en los que, especialmente en los tiempos fuertes, siempre escuchamos a San Juan. Cada uno de los evangelistas se centra en aspectos concretos de los gestos y palabras del Señor. Como es imposible leer todo el evangelio en los domingos de un año, la liturgia ha seleccionado para este año aquellos pasajes más propios de Mateo, especialmente los que no se repiten en otros evangelistas.

En su evangelio se da preeminencia a las palabras de Jesús sobre los gestos. Aunque también escuchamos algunos de sus milagros, se prefiere mostrar a Jesús que enseña. Los discursos del Señor se agrupan en los siguientes temas:

Sermón de la montaña (capítulos 5-7)
Discurso de la misión (capítulo 10)
Parábolas del Reino (capítulo 13)
Exhortación sobre la vida de la comunidad (capítulo 19)
Discurso escatológico: exhortación a la vigilancia (capítulos 24-25)

El evangelio de San Mateo rota sobre dos confesiones cristológicas: Jesús es el Dios con nosotros (Mt 1,23) y yo estoy con vosotros (Mt 28,20). Con estas afirmaciones al principio y al final del evangelio, este evangelio quiere ser un permanente recuerdo de la presencia del Señor en medio de su pueblo, tanto al principio de su misión como después de la resurrección. Con ello, se pretende que la seguridad de la presencia del Señor nos aporte una continua confianza ante la labor que la Iglesia tiene por delante.

Este evangelio destaca por las abundantes citas del Antiguo Testamento. Se quiere mostrar así que Jesús cumple las promesas hechas a Israel y que la Iglesia es el Nuevo Israel.

El Reino de los cielos, que será definitivo al final de los tiempos, ya ha comenzado y seguirá creciendo hasta la segunda venida del Señor. Una de las figuras más destacadas es la de Pedro. Mateo narra los hechos históricos pensando en la comunidad que le escucha y lee ahora.

Hay pasajes propios en Mateo, tales como la genealogía de Jesús (capítulo 1), los relatos de la infancia, que subrayan la figura de José y las escenas de los magos y los inocentes (capítulos 1-2); el primado de Pedro (capítulo 16); la escenificación del juicio final (capítulo 25); o la fórmula trinitaria del bautismo (capítulo 28).

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