Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves XXXI del Tiempo Ordinario. Lucas 15, 1-10
Si miramos despacio estas parábolas, son todo lo contrario de lo que un buen técnico de comercio debe hacer: dejar 99 para buscar una, o alegrarse por encontrar una moneda, y olvidarse de las 9 que tiene guardadas…desde luego que bien poco eficaz es quien actúe así.
Ahora bien, la Iglesia ha sabido siempre como entenderlas: el abrazo y la alegría al encontrar la perdida. No es que se desentienda de las otras, sino que vive la gran alegría que se experimenta al encontrar lo perdido.
Creo que el mensaje que el Señor hoy nos quiere dar va por aquí: Dios abraza y se alegra al encontrar al hijo perdido. Y hoy nos convoca a sentirnos así: abrazados, queridos, besados.
Nuestro Dios que desea darnos su amor, y recibir el nuestro. El deseo esencial que nos desea
Podíamos hoy imaginar una imagen del Buen Pastor, ver cómo abraza o sostiene al animal, contemplarlo, y sentirnos en sus manos, invadidos y llenados por su gran amor.
José Luis, vuestro Párroco