Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves I del Tiempo de Adviento. Mateo 7, 24-27
Creo que hoy el Señor es muy claro y trasparente: estar enraizado en Él es vivir de una forma determinada, no sólo ser piadoso, o hacer mucho por los demás (¡ojala fuera así!), sino estar enraizado en Él: escuchar su Palabra y vivirla.
El Maestro siempre nos enseña con su vida: Él es aquel cuya vida es una escucha permanente de la Palabra, de un contacto íntimo y estrecho con el Padre, el hombre lleno de Espíritu, por tanto, que vive y siente como el Padre desea.
Se nos convoca a escuchar este Evangelio, y contemplar al Señor como ese hombre que vive como nadie la comunión con el Padre. Contemplarlo, darnos cuenta de su presencia en cada uno de nosotros, en ti, en mi… y vivirlo. Escucharle y contemplarle para vivir unidos con Él. En nuestro interior y en nuestro obrar y actuar.
José Luis, vuestro Párroco