Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Viernes I del Tiempo de Adviento. Mateo 9, 27-31
Creo que la pregunta que hace hoy Jesús a los ciegos nos la haces nosotros: ¿crees en mi? .
Estamos en un mundo donde parece que Dios sobra: los proyectos económicos, el estilo de vida, nuestra apetencia por una vida hedonista, la relativización de todo, el criterio que se va imponiendo donde la apetencia es el valor supremo, las formas políticas y sociales… parece que la trascendencia y el mismo Dios sobran.
Hoy Jesús nos plantea: ¿crees en mi?, y ello nos lleva a plantearnos: ¿realmente, como estos ciegos, acogemos y creemos en el Señor? Los ciegos del pasaje evangélico gritan a Jesús desde la pobreza, miseria y realidad que están viviendo. Gritan e invocan al Maestro.
Vivir la fe es acoger al Maestro, decirle con el corazón que creo en Él, mostrarle mi realidad, aunque vaya acompañada de pobreza, de ceguera. Acoger al Señor desde lo más hondo de mi corazón. Desear que Él realmente me llene, porque Él habita en mi. Caer en la cuenta un día más de su Presencia. Vivir unido a Él. Me fío de Tí, Señor. Creo en Ti.
José Luis, vuestro Párroco