Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo II del Tiempo de Adviento. Ciclo B.
Isaías 40, 1-5. 9-11 / salmo 84 / 2 Pedro 3, 8-14 / Marcos 1, 1-8
Me gustaría hoy quedarme en un pequeño matiz del pasaje evangélico que contemplamos: «uno que puede más que yo».
Juan es un auténtico líder de su tiempo: mueve multitudes, van a escucharlo y verlo de todas las zonas del país. Sin embargo, sabe muy bien quién es realmente el importante, aquel a quien vale la pena escuchar. No se deja llevar por el triunfo, ni por la aclamación de multitudes, sino que anima a acoger y admirar a aquel que viene, y está lleno de Espíritu. No desea ocupar el primer lugar, sino que se conforma con llamar a la acogida. Menuda diferencia con nuestro líderes actuales, ya sean laicos o eclesiales… Desde luego que Juan no peca de narcisismo, no…
Acoger a este que viene puede transformar nuestra existencia, y, como Él, dar vida allí donde estamos, dar consuelo, como indica el profeta. Hoy redescubrimos una doble vocación en nuestra opción de fe: llamada a acoger al Señor que viene, y dar consuelo a aquellos que sufren y están en nuestro caminar (escucha, comprensión, cariño…tantas cosas…)
En silencio, pidamos a Dios esa capacidad de acogida a su Presencia en nosotros. Presencia real.
José Luis, vuestro Párroco