Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Sábado III del Tiempo de Adviento. Lucas 1, 5-25
Seguimos avanzando en la preparación inmediata a celebrar la fiesta de la Navidad.
Me gustaría hoy partir de quienes son estos dos personajes, Isabel y Zacarías: mayores, viven de forma honesta, pero no tienen hijos (una maldición en aquellos tiempos): la actuación de Dios les llena de alegría por lo que supone de salvación para ellos, pero será una alegría para mucha más gente. La salvación no se detiene en ellos.
Hoy se nos llama a contemplar esa actuación de Dios, y a darnos cuenta de que Él actúa así, salvándonos. A cada uno. A toda la humanidad.
Leer y releer este pasaje, y darnos cuenta de que esas palabras que dice el Ángel a Zacarías, hoy nos las dice a nosotros: no temas, Dios te desea lo mejor, tu salvación. Aunque a veces no le comprendas. Él está junto a ti.
Hagamos silencio. Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco