Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Martes IV del Tiempo de Adviento. Lucas 1, 46-56
Este cántico de María es una maravilla. Nunca deja de sorprenderme.
No se si lo haría ella tal cual hoy lo leemos y contemplamos. Lucas lo pone en sus labios.
Pero si es cierto que refleja perfectamente la vivencia de fe intensa de María. Una vivencia increíble.
Comienza alabando a Dios por lo que Él hace en la vida de ella. Él es el importante.
Después continúa alabando la misericordia de Dios y sus obras, recordando su fidelidad.
Es un cántico para leer, releer, saborear y escuchar, contemplar, dejarlo resonar en nuestro interior, y estar con María, acompañarla, abrazarla.
Os propongo leer este cántico varias veces, y estar con ella. Dejarnos inundar por él. Descubrir en la contemplación cómo Dios es fiel, opta por quienes más sufren, y están más desvalidos, y actúa salvando al ser humano. Acercarnos a este canto es acercarnos a nuestro Dios. Igual que lo hizo María y lo refleja en sus palabras.
Estemos en silencio con Él, pidámosle sentirnos acompañados por Él en nuestra debilidad, y rechazar aquello que pueda engreír nuestro corazón transformándonos en soberbios. Pidamos ser como María, humildes y confiados en nuestro Dios.
José Luis, vuestro Párroco