Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Sábado. San Esteban. Tiempo de Navidad. Mateo 10, 17-22
En mitad de la Navidad, la historia de San Esteban, diácono, primer mártir cristiano.
La historia de los mártires, testigos de la fe hasta dar la vida, literalmente por vivirla, llega hasta nuestros días.
No dudo del valor de los que dan su vida por sus ideales. Pero tampoco dudo del valor y la fe de los que por ser cristianos dan la vida. Tampoco dudo de los mártires de España del siglo XX. Un profesor mío de historia de la Iglesia, un hombre genial, y un gran historiador y hombre de fe, Laboa, decía que efectivamente hubo en España una gran persecución hacia la fe y los creyentes.
Para vivir esto hay que ser creyente plenamente convencido. Estamos pasado por una terrible epidemia, y todos sabemos qué grande es el miedo a la muerte. Por eso me admira la fe de los que dan la vida por ser fieles a Jesús. Él es el primero que da la vida, la entrega. Y es un hombre como nosotros.
Para ser capaces de esto yo creo que hay que tener una gran experiencia de fe. Lo relata el Evangelio de hoy perfectamente: el Espíritu que habla por nosotros. Qué actúa y vive en nosotros.
Contemplar este Evangelio, y vivir y revivir la historia de Esteban y de los grandes testigos de la fe, los mártires, es hacer nuestro el deseo de dejar habitar el Espíritu en nosotros. Pidamos que sea así.
José Luis, vuestro Párroco