Para leer el Evangelio: jueves 31 diciembre 2020

Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.

Jueves después de Navidad. Lecturas: Juan 1, 1-1

Día 31 de diciembre, día VII de la octava de Navidad.
Un texto para leer despacio, releer y meterse en su interior.
La Palabra, lo que el Misterio «echa para afuera», pero revela lo que es Él, se hace carne, uno como nosotros, uno de los nuestros.
San Juan nos cuenta así su versión del acontecimiento de la Encarnación, del nacimiento de Jesús, dirían San Mateo y San Lucas.
La Palabra, lo que Dios pronuncia y echa para afuera, como nosotros, o más bien, nosotros como Él, es el origen de la vida, y quién nos interpela a caminar en la luz, dándonos una sublime libertad. Y quien la acoge se va transformando en alguien semejante a Él, en obra suya, en hijo de Dios.
Podemos descubrir el infinito y tierno amor de Dios: origen de la vida, cercano a nosotros, hecho uno de los nuestros, uno como nosotros, convocados a ser hijos suyos, a sentirnos deseados y amados por Él.
Hay una imagen que me cautiva: Dios es la fuente, origen de la vida, que nos convoca continuamente a la vida, que está llamándonos a sumergirnos en Él. Ante este texto de la Palabra, sumerjámonos en esa fuente, acompañados por Jesús, Misterio hecho hombre, que nos acompaña en el camino y va por delante.
Estemos en silencio delante de la fuente de la vida.
Qué el año que comenzamos vivamos sumergidos en esa fuente. Feliz año nuevo.

José Luis, vuestro Párroco