Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves semana I del Tiempo Ordinario.
Lecturas: Mc 1, 40-45
Jesús se presenta en este pasaje como la persona que tiene lastima, desea el bien del otro, del leproso en este caso, hace algo que sana, y no desea aparecer, aparentar.
Y, por hacer el bien, va a comenzar a «sufrir», a aguantar lo que le corresponde por traspasar lo legal (que no es siempre sinónimo de justo) de aquel tiempo: ha tocado a un leproso y le toca dormir fuera de la población, en el campo, entre los animales (no en una «casa rural», sino en despoblado) vemos aquí al «hombre para los demás»
Hoy con este Evangelio se nos llama a contemplar cómo es el Señor, el rostro de Dios hecho persona, Jesús: es Él quien mantiene los propios sentimientos de Dios. Contemplar a Jesús para identificarnos con Él, e ir siendo como Él.
Podemos hoy sacar un ratito, leer este pasaje y visualizarlo, contemplar cómo es y actúa el Señor, y desear estar unidos a Él. Dejemos que Él nos lleve, nos guíe, y nos inunde.
Pidámosle la gracia de sentirle muy cerca de nosotros, en nuestro interior.
Me gustaría recordar hoy la primera lectura, de la carta a los Hebreos» apoyaos unos a otros mientras dure este hoy». Creo que el Señor apoya como nadie. Pidámosle estar unidos a Él, e igual que Él, apoyar, animar a quien cerca de nosotros sufre y padece el mal. Qué igual que Él, seamos capaces de amar.
José Luis, vuestro Párroco