Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Jueves semana III del Tiempo de Pascua.
Lecturas: Jn 6, 44-51
Es impresionante la afirmación de Jesús.
Estamos acostumbrados a leer y oír este pasaje evangélico. Pero si nos detenemos un momento, y caemos en la cuenta de lo que nos dice, es increíble…
En definitiva, es aceptar al Señor como el sentido y la fuente de toda vida. Comer su carne, su ser, introducirnos en Él es la vida, es introducirnos en la vida plena.
Es curioso como por un lado, nos «metemos» o sumergirnos en Él, y a la vez, Él se «mete» en nosotros. San Agustín diría que no transformamos el alimento que ingerimos en nuestra esencia, sino que ese alimento nos transforma a cada uno de nosotros y nos plenifica. Nos hace Él.
Saborear este Evangelio desde esa llamada de Jesús a vivir unidos en Él, y a sentirnos llenos de Él.
Seamos como una copa, o un cáliz, que solo adquieren sentido de ser en la medida en que se llenan de un líquido. Que ese líquido que llena todo sea Él en nosotros, único pan de vida.
José Luis, vuestro Párroco