Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Miércoles semana IV del Tiempo de Pascua.
Lecturas: Jn 12, 44-55
Jesús hoy se nos muestra como el Salvador: viene no a juzgar el mundo y condenarlo (cuántas veces pensamos en un juicio como condena), sino a salvarlo.
Quién le acepta se abre a la vida.
Es tal la comunión entre Jesús y el Padre, que realmente quién se abre a Jesús se abre al Padre (quién me he a mi, ve al Padre)
El deseo de Dios no es otro que salvar el mundo entero. Podríamos decir que Dios no hace otra cosa que salvar y llenar de vida.
Quién se cierra a Él, se cierra a la vida, y a la vida plena.
Este Evangelio hoy nos invita a abrirnos a Dios, a estar con Él, a aceptarle como el Único Salvador, a acoger al Señor en nuestra vida. Estemos en silencio delante de Él, y hagámoslo.
José Luis, vuestro Párroco