Con estas palabras no pretendemos explicar ni suplantar el Evangelio diario, sino dar pautas para contemplar esta lectura, sabiendo que lo fundamental es leer, saborear y gustar internamente el Evangelio, descubriendo más hondamente como es el Señor.
Domingo de la Solemnidad de la Santísima Trinidad.
Lecturas: Dt 4, 32-34. 39-40, Sal 32. , Rom 8, 14-17, Mt 28, 16-20.
Al terminar el tiempo de Pascua, la Iglesia hoy nos invita a contemplar el propio misterio de Dios: Dios Uno y Trino.
Nuestro Dios es tremendamente especial, misterioso, inabarcable, inefable… Yo diría que es indecible…no tenemos palabras no ideas para poder expresar quién es.
No estoy en contra de los intentos de explicar el Misterio de Dios. Me parecen absurdos los argumentos de los que se quejan ante estos intentos diciendo que son demasiado racionalistas o definidos, tanto que encorsetan lo totalmente Misterioso. Pero, dan otro argumento, y entonces entramos en lo mismo. También me parece absurdo desear definir y delimitar tanto que dan definiciones que siempre se quedan cortas. Dios es Alguien totalmente diferente y distinto de lo que conocemos. Y siempre, siempre, se nos va a quedar más grande y fuera de lo que podamos pensar e intuir. Dios, lo totalmente otro.
Pero de Dios si podemos saber lo que desea: la vida plena de todo lo creado. De hecho, se manifiesta siempre como el autor de la vida, de la salvación, de la misericordia.
Hoy se nos llama a sentir a Dios cercano a nosotros, somos su pueblo, se nos llama a sentir que somos invitados a la plenitud de vida, su Espíritu nos hace hijos suyos, nos llama a vivir y anunciar que el proyecto de Jesús, el Evangelio, vale la pena vivirlo. Esto es llevar su mensaje donde estamos, como indicaba el Evangelio. Él está de continuo con nosotros y en nosotros, como indica hoy San Mateo.
Hoy se nos llama. Contemplar el Misterio de nuestro Dios, sabiendo que El abarca todo, y está en todo, está en cada uno de nosotros. Estemos con Él.
José Luis, vuestro Párroco